Llegó la temporada más deliciosa y retadora del año, navidad, año nuevo, familia… y mucha comida.
La época decembrina trae luces, música, reuniones, novenas, cenas infinitas y comida en abundancia. La presión familiar para repetir plato, postres, harinas, horarios rotos y la sensación constante de estar comiendo porque de eso se trata todo.
Estas semanas suelen mover nuestras emociones, hábitos y la relación que tenemos con la comida y con nosotros mismos.
¿Por qué comemos más en diciembre?
Diciembre es una mezcla perfecta de factores que afectan nuestra forma de comer.
- Rituales familiares y presión social
Las abuelitas que te dicen “mi amor, cómete otro tamal que quedó delicioso”, la tía que se ofende si no pruebas su natilla, o el clásico “pero come, ¡si para eso es diciembre!”.
La comida se vuelve una manera de mostrarnos cariño, y a veces sentimos que decir “no más” es un acto de rechazo.
- Ansiedad y emociones movidas
El cierre del año remueve balances, expectativas, cansancio acumulado y hasta nostalgia. Comer se convierte en una forma de regular esas emociones, aunque no tengamos hambre real.
- Horarios irregulares
Novenas a las 7, cena a las 10, picadas cada media hora…
El cuerpo no entiende qué está pasando y responde pidiendo más energía, aunque ya tenga suficiente.
- Comida deliciosa y disponible todo el tiempo
Diciembre es básicamente un buffet sin fin: buñuelos, galletas, postres, brindis, mesas llenas. La vista y el olfato son una trampa mortal, y no comer un poco más de eso se siente como perder la oportunidad de disfrutar
- Señales de tu cuerpo pidiendo un respiro
La digestión lenta, muchas más idas al baño, inflamación o pesadez, somnolencia después de las comidas, seguir comiendo sin hambre, la sensación de “no tener control”, culpa o pensamiento de “en enero sí me porto bien”.
No es drama. Es tu cuerpo diciendo: necesito equilibrio otra vez.
Aquí van consejos realistas, cero restrictivos y diseñados para la vida real.
- Elige conscientemente
Decide qué cosas disfrutas de verdad y permítete saborearlas sin culpa.
- Haz pausas de respiración antes de servirte
Solo 10 segundos. Respiras. Sientes tu cuerpo.
¿Hay hambre real o solo emoción del momento?
- Mantente hidratado
La deshidratación se siente muy parecido al hambre.
Un vaso de agua antes y después de cada encuentro ayuda muchísimo.
- No compenses saltándote comidas
Llegar con hambre al banquete, solo te hará comer sin control.
- Atrévete a poner límites amorosos
Un “está delicioso, pero por ahora estoy bien” es más que suficiente.
No tienes que comer para no herir a nadie.
Recuperar tu bienestar sin culpas
Cuando pase la cena, el evento o las novenas, dale a tu cuerpo alimentos ligeros, sopas, verduras y/o infusiones digestivas.
Una caminata de 10 minutos hace milagros, al igual que dormir adecuadamente para ayudar al sistema digestivo a regularse.
Tu cuerpo no necesita castigos ni restricciones. Necesita cuidado.
Ansiedad por comer: un mensaje emocional
En esta época, comer sin hambre no es un fallo, es una señal.
Puede ser ansiedad, ganas de pertenecer, nostalgia o un intento de llenar un vacío emocional que aparece con las celebraciones, y para esto, la terapia floral puede ser el mejor aliado.
La mezcla ‘Ansiedad por Comer’ te acompaña con suavidad cuando sientes que diciembre te desborda, que comes por impulso, por estrés o por compromiso.
Reducir la sensación de impulsividad al comer, reconectar con las señales reales de hambre, tranquiliza la ansiedad emocional, recupera el equilibrio y autocontrol amoroso y te libera de la culpa y la presión externa.
Diciembre no es para sufrir y castigarte después, tu bienestar también merece un lugar en la mesa.